La chica del lago, Steph Bowe

«La primera vez que nos conocimos, Jewel Valentine me salvó la vida...»

Sasha tiene 17 años y, afectado por una leucemia en fase terminal, acaba de intentar suicidarse en un lago junto a su casa. Pero una desconocida de ojos inquietantes ha llegado justo a tiempo para impedírselo: se llama Jewel y ella tampoco tiene una vida precisamente fácil. Para empezar, su hermano murió en el mismo lago en el que Sasha ha querido quitarse la vida.

Lo primero que diré de La chica del lago es lo gratamente que me ha sorprendido, yo no soy nada aficionada a los dramas, en el cine en la literatura intento huir de ellos todo lo que puedo, soy de las que piensan que a veces la vida ya es lo suficientemente dramática como para no poder evadirme con una buena película o un buen libro.

Pero La chica del lago es mucho más que una novela triste, es un canto a la amistad e incluso a las breves segundas oportunidades. Lo paradójico de encontrar algo por lo que luchar cuando se nos acaba el tiempo.

La chica del lago es una hermosa novela, una novela en la que la acción, la historia se limita a ver pasar la vida, lo excepcional y maravilloso es lo más cotidiano, lo más sencillo, vivir.

Los personajes son cercanos, los sentimos reales porque son imperfectos, porque cometen errores, sienten y padecen, en definitiva están vivos.

Desde la perspectiva de Sasha y de Jewel, alternando el narrador en cada capítulo, conocemos lo que sienten cada uno de ellos en cada momento, a veces incluso tenemos la suerte de conocer la opinión de los dos respecto a un instante común. La belleza de la historia es que desde el comienzo sabemos que termina y lo único que queremos es sacarle todo el jugo a las páginas que nos quedan, vemos como la novela avanza a toda máquina hacia el final. Un final que a pesar de que conocemos cuál será nos deja margen a la imaginación y a la loca esperanza.

"Es bastante retorcido si se piensa bien, pero creía que la vida tenía que ser justa... que todo el mundo debía tener cosas buenas y cosas malas. Que la vida de la gente no podía ser absolutamente buena o absolutamente mala, porque eso alteraría el equilibrio de las cosas.

Ahora sé que me equivocaba"

Es cuestión del destino que dos personas aparentemente tan diferentes se encuentren y se hagan tanto bien,  que los dos hayan habitado el mismo lugar en momentos diferentes que los dos hayan sufrido pérdidas que les han cambiado la vida... Sasha salva a Jewel casi tanto como ella lo salva a él.  Y a pesar de todo lo que llevan detrás no están dispuestos a rendirse. Little Al, el mejor amigo de Sasha es un personaje entrañable y es a su vez el paradigma de la tesis de la novela, la superación, la lucha constante que es la vida, vive en uno de los barrios más pobres de la ciudad, de familia numerosa y muy pobre y sin embargo no se rinde y lucha por ir a la universidad, igual que True, la otra mejor amiga de Sasha, que trabaja duro para ser una gran periodista.

La chica del lago es una historia triste, casi al final me resultó imposible no llorar, pero también es una lección de vida. Una preciosa historia que me ha hecho comprender que un poco de drama de vez en cuando no está tan mal es incluso necesario para valorar las cosas buenas de las que disfrutamos.