Reseña de Un feretro en el tocador de señoras, Regina Roman

¿Qué hacer cuando te peleas con tu rica familia y te vas de casa?

Sencillo, irte a vivir con tu novio.

¿Qué hacer cuando la vida junto a tu novio pijo se hace insoportable?

Sencillo, pillarte tu propio apartamento.

¿Qué hacer cuando un fantasma revoltoso se instala en tu piso y te

encarga una misión suicida?

La cosa se complica… bastante.

Lo primero que me llamó la atención de esta novela, fue la portada, es evidente que es muy bonita y muy llamativa, y por supuesto inevitable que en seguida relacionemos a la chica de fuera con la del interior, nada más lejos de la realidad... Olivia Talier, es bajita, muy bajita, delgaducha y con gafas (las lentillas no están hechas para ella) Para nada lo que se espera de una niña bien y es que la pobre en un principio es pija hasta decir basta. Aunque hay que decir en su favor que evoluciona muchísimo a lo largo de la novela.

Y es que Olivia lleva media vida diciendo que va a opositar a notarías pero cuando llega el momento decide que prefiere intentarlo como directora de cine. A partir del momento en que lo notifica en  su casa empiezan los problemas (porque es evidente que es mucho más chic ser notario que director de cine)

Como buena aficionada al cine Olivia hace constantes referencias a actores y directores. Sintiendo especial cariño por Olivia de Havilland, su homónima más famosa. Aunque la referencia más divertida es la que  hace cuando descubre que su compañero de piso, el fantasma, no tiene nombre, así que decide bautizarlo con un nombre que ella considera muy glamuroso, Gilda. Sin duda siente cierta predilección por el cine de los años 40 (del siglo pasado)

El fantasma es otro acierto de la novela, no se conforma con cantar villancicos y probarse ropa, sino que también toma baños de espuma, pone la música a todo trapo y es capaz de dar consejos sobre moda. En cuanto Olivia supere su miedo congeniaran a las mil maravillas y ésta descubrirá los secretos que guarda su nuevo amigo y se verá envuelta en el lío de descubrirlos.

Un féretro en el tocador de señoras está plagada de situaciones cómicas y divertidas y en algunos momentos destila mucha ironía y sarcasmo.

Por supuesto en cualquier novela que se precie no pueden faltar el chico y la mala malísima. En esta novela hay dos chicos, Gonzalo (hasta el nombre es pijo) y Luis, por supuesto no os voy a decir que pasará con ellos, y la mala Amparito, doña perfecta.
La novela se lee con facilidad, quizás cuesta un poquito que enganche ( ya que los primeros capítulos son más bien introductorios) pero una vez que se llega al meollo, es rápida y fresca, el tema es muy divertido y original.

Si te has quedado con ganas de más, visita la página de la autora, Regina Roman, donde podrás leer el primer capítulo y encontrar el enlace de la novela en Facebook para hacerte fan.

Gracias a Editorial Círculo Rojo